Un recreo, varios espacios

 Como ya sabéis, este año ha habido varios cambios que han afectado a nuestro tiempo de descanso, el llamado y merecido recreo. Hemos pasado de tener dos recreos de 20 minutos de duración cada uno a tener uno de 35 minutos. Además, se han organizado los espacios, de forma que el alumnado de 1º ESO ocupa un patio, el alumnado de 2º, 3º y 4º ESO ocupa otro y el alumnado de Bachillerato puede salir del centro. También se ha distribuido el uso de los baños por cursos y no se permite estar en los pasillos. Tampoco se han organizado tantas actividades como otros años. En fin, un panorama nada alentador. Sin embargo, es importante que todos comprendamos que estas medidas se han tomado por precaución debido a la situación sanitaria y que por tanto, aunque no nos gusten, son necesarias. Es responsabilidad de todos cumplirlas y pensar que esta situación cambiará algún día. Además, un descanso es un descanso, y hay que intentar disfrutarlo siempre, de la manera que se pueda. Así pues, ¡CONSTRUYAMOS ENTRE TODOS!

Por un uso responsable del móvil (o por qué no se permite en el instituto)

 Según datos del Ministerio de Sanidad, el 80 % de los jóvenes usa el móvil de una forma ‘intensiva’ y un 18% de los adolescentes entre los 14 y 18 años hace un uso compulsivo, lo que les pone en un alto riesgo de convertirse en adictos, un grave problema que los predispone a desarrollar problemas conductuales y diferentes trastornos, como hiperactividad, ansiedad e incluso depresión.

Especialmente vulnerables

La adicción al móvil comparte características con otro tipo de adicciones, las llamadas adicciones sin sustancia, como son la del juego o los videojuegos. Se trata de adicciones que, a pesar de no haber una sustancia externa que genere ningún cambio a nivel físico o fisiológico, sí provoca cambios neurofisiológicos y segregan una serie de neurotransmisores que acaban creando dependencia. La diferencia que encontramos con el uso del teléfono móvil es que se han convertido en una herramienta casi imprescindible para comunicarnos con el mundo. Y más todavía entre los adolescentes, que, además de poseer un cerebro todavía en desarrollo, sienten la necesidad de sentirse aceptados en un grupo, algo que hoy pasa por estar en varias redes sociales, conseguir ‘me gusta’, seguidores, etc. Todo lo convierte en personas especialmente vulnerables y proclives en convertirse en adictos al móvil. 

Fuente: www.20minutos.es